martes, 15 de julio de 2014

¿Por qué recordamos a los escritores?



Cuando leo el rabioso texto de Mario Vargas Llosa en El país (La careta del gigante), a propósito de la selección brasileña de fútbol, y de Brasil, se me olvidan los libros que le he leído. No porque no pueda escribir sus opiniones, sino por las opiniones mismas, por la forma. En todo caso, el que a un país le vaya mal o peor, no puede generar esa corajina en la crítica, menos aún cuando no es el país propio. Y es que no se trata de un país intervencionista, ni belicista, ni uno que viole descaradamente los derechos humanos de unos o de otros; se trata en todo caso, de su política económica, y de su mal fútbol, por cierto.

"... el Gobierno que sembró, con sus políticas mercantilistas y corruptas, las semillas de la catástrofe...", dice, "tráficos delictuosos", "políticas mercantilistas y corruptas", "delirio mesiánico y fantástica irresponsabilidad"... Son algunas de sus frases, sostenidas en un texto bien cuidado, equilibrado entre el deporte del balón, la historia, y datos. Impecable, y sucio, en una convivencia elemental.

Igual me sorprende que el mismo Vagas Llosa firme una petición con otros intelectuales para que Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, no dialogue con el presidente de la Generalidad de Cataluña, Artur Mas, en aquella cuestión del proceso soberanista catalán. Si no se privilegia el diálogo, qué nos queda.

Existe un medio desde el cual el escritor se mueve con entera libertad, desde el espacio de ficción, pero me parece insostenible que siga siendo el especialista en todo y el que también opine en todos los casos. Curiosamente, Vargas Llosa, no habla de la sangría en la franja de Gasa, ni expone sobre la política exterior norteamericana, ni sobre la problemática de los niños indocumentados en Estados Unidos, ni de los miles de muertos mexicanos en los últimos años.

¿Qué rencores guarda el escritor peruano?

A Vargas Llosa lo vamos recordando por sus diferencias con Gabriel García Márquez, por su rechazo a ciertos políticos de izquierda, por aquel comentario de “México es la dictadura perfecta”, por su contienda por la presidencia en los años 90... Pero el tono de sus textos lo he dejado en el espacio de la necesidad de las relecturas necesarias.

Vargas Llosa es novelista, pero utiliza diferentes caretas; en el fondo es un tipo con ideas vulgares, enconos, amores, desamores... Como todos nosotros.

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