miércoles, 1 de junio de 2022

Literatura Vestigial Bajacaliforniana

 


¿Qué se escribió en Baja California y nunca llegó a los lectores?, o bien, se publicó y por su pobre distribución desapareció; ¿qué dejó de publicarse por la censura o la autocensura?, ¿qué pasó inadvertido y sencillamente no dejó rastro? (Al paso que voy, mi literatura será algo similar). Esas obras no publicadas, perdidas o sepultadas por los propios autores, ¿influenciaron a alguna de nuestras estrellas, de nuestros escritores campeones? Recordemos que la literatura es un juego de influjos, que como ondas gravitacionales afectan a todos; o bien, como una suerte de carambolas que mueven cuerpos e ideas a partir de roces o choques.

 

Encuentro dos textos motivantes que tocan el tema: Vestigio y especulación, textos anunciados, inacabados y perdidos de la literatura chilena, editado por Nibaldo Acero, Jorge Cáceres y Hugo Herrera Pardo; e Historia de los libros perdidos, ensayo de Giorgio Van Straten.

 

¿Cómo definir a la literatura vestigial? Van Straten aclara: «Los libros perdidos son aquellos que existieron y ya no existen. No son los libros olvidados que, como sucede a la mayoría de los hombres, desaparecen poco a poco del recuerdo de quien los ha leído (…). Esos libros es posible encontrarlos en algún fondo de biblioteca, y un editor curioso podría reimprimirlos (...). Tampoco son los que nunca nacieron; fueron pensados, ansiados y soñados, pero las circunstancias impidieron escribirlos». Acero, Cáceres y Herrera Pardo, profundizan en los problemas que se presentan en el proceso literario, como sucede en la producción y distribución y circulación de los libros, igual «bajo el control de la letra impresa por medio de instituciones ligadas a las diversas formas del poder (…). Se trata de historias y problemáticas segregadas por la “pureza de la idea” o las condiciones técnicas materiales». Para los autores chilenos, una definición concreta de la literatura vestigial abarca libros fragmentados, inacabados y nunca escritos y/o publicados, y de los que se puede encontrar alguna referencia.

 

Así, resulta al menos tentador preguntarnos sobre aquellos textos fragmentados, inacabados y nunca escritos y/o publicados, es decir, perdidos, que formaron parte de la producción narrativa de nuestros colegas bajacalifornianos o asentados en el territorio norte.

 

¿Por dónde comenzamos?

 

El que intente esta obra colosal u absurda deberá conocer abismalmente la literatura que se ha hecho en Baja California, y encontrar aquellas referencias que detonen una investigación más fina. ¿Quién, qué instituciones cuentan con acervos literarios decentes? Desde luego la UABC, Gabriel Trujillo por supuesto, se sabe que el joven Eric Jair Palacio tiene una colección abierta al público, y quizá el mismísimo Rael Salvador; seguramente los señores docentes/investigadores de Lengua y Literatura hispanoamericana tendrán sus tesoros guardados, y algunos entusiastas de lo efímero o lo austero, o lo escasamente espectacular. Entonces, encontrados estos filones, habrá que leer con la ilusión de los gambusinos y entendernos con los esqueletos petrificados, y evaluar como buenos hombres de ciencia el impacto de los golpes en el aire cálido y en la palabrería de la multitud, y el resultado de la suma de los suspiros.

 

Quizá lo cierto sea que la fortaleza de una literatura (local o nacional), se mida por el conocimiento de la obra perdurable o perecedera, por lo que circuló o no, por lo que se diseñó y se logró, o no, y a partir de ahí reconocernos en el espejo de la literatura, para entender mejor el horror y la belleza, y también para escribir con la fortaleza posicionarse en la historia de lo contado, pero también de lo extraviado.

 

Para cerrar, dejo esta referencia parcial que a mi me parece inquietante y hermosa: Manta. C. (1977). Indicios, memorias y textos extraviados de la literatura bajacaliforniana

 

(Publicado originalmente en el suplemento Palabra)