martes, 26 de noviembre de 2013

Habrá que...


Apagado, así me defino sin la cafeína, o sin la luminosidad del proyecto inminente. Escucho música, subo imágenes, leo, busco información que creo importante, la descarto, hablo con gente, quizá no profundizo... Y vuelvo a hacer lo mismo, una y otra vez... Veo vídeos, regreso a los viejos archivos, hago planes, pero tampoco lo hago con profundidad. Escribo cartas que no me parecen buenas, otras más que me parecen detestables. No hago nada brillante en estos días opacos... No leo bien, a veces leo con rapidez, a veces logro momentos sublimes de lectura... Todo es un pequeño caos, un descontrol sin la disciplina de la novela en curso.

Que momentos tan detestables los del ocio, los del hambre, los de la pereza. Pero sé que todo puede cambiar con un párrafo brillante, con una idea nueva, con un abordaje de lo escondido por sorpresa, por asalto.

Tengo que ver a mi amor-amante y besarla en los labios, oler su sexo entre los pantalones ajustados, y mirar sus ojos, pequeños, brillantes, desvergonzados.

Tengo que avanzar en esas novelas, en esos textos reveladores, tengo que terminar de escuchar la canción de Pink Floyd sin recortes, tengo que hilar las ideas o volver a escribir. Aún tengo que mejorar muchos textos, aún tengo que escribir novelas malas y novelas buenas. Tengo que concentrarme, abrir la piel de la realidad y zambullirme en ella, entender, nadar en la miseria y en la belleza, como si fuera un pez humano, como si fuera un cocodrilo de aguas continentales, de aguas residenciales.

Tengo que corregir novelas, tengo que asegurarme de que las fechas coincidan, que los personajes tengan profundidad, que existan. Tengo que evitar un millar de palabras. Sobreponerme a mi mediocridad, y seguir, andar, levantarme, huir quizá.

Tengo que cortar con toda la petulancia de la cultura local, de la cultura nacional, y sólo pensar en esas partes del entorno que no logro visualizar. Representar lo que se cree imposible, deshilar esa gruesa cuerda de los significados, y entender, y volver a entender... Mirar, comer, probar, deglutir... Orinar, defecar con esa belleza de la realidad defragmentada.

Tengo que.

Tengo que...

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