Sólo una persona me ha dicho que necesito
un agente literario. En mis rumbos nadie tiene uno de esos, ni sabemos cómo funcionan,
pero suena a que hacen investigación de campo. Hoy contacté a una agencia en
Barcelona que amablemente respondió:
Le damos las gracias por ofrecernos la
oportunidad de conocer su obra, que leeremos con el mayor interés.
Reciba un saludo muy cordial.
Que amables estas personas que nunca he
mirado, estas máquinas contestadoras, estos equipos de lectura. ¿Por qué en
Barcelona?, bueno, le voy a ese equipo de fútbol, y… Ahí vivió Roberto Bolaño. Es
decir, en México no conozco a nadie en esos trámites, y resulta que un
periódico me la sugirió: Agencia Literaria Carmen Balcells.
Quizá todo sea como un juego, es decir,
tomar las cosas con calma y visitar esas islas literarias como si no pasara
nada, como si todo fuera así, como jugar.
Mandé Los perros, mi novela historia de
amor prohibido, mi novela historia de una quinceañera y su festejo, mi novela
más cercana al infierno veraniego de Mexicali. Esa novela fue aceptada por una
editorial madrileña, con el demérito de pedirme una parte del costo de la
edición, o bien, que comprara 100 libros a un precio que me parecían los
ahorros que no he tenido en toda mi vida:
Hemos recibido ya las evaluaciones sobre
su libro y son positivas, así que nos interesa
para Verbum por su originalidad, su tema y abordaje.
El único problema que ahora mismo tenemos
es de fondos, ya que en los tiempos que corren las ventas han caído y para los
próximos dos años nuestro plan de publicaciones está completo, con presupuesto
cerrado.
Nunca he pagado porque me publiquen.
Podría haberlo hecho, su distribución no era desdeñable, pero los costos eran
exorbitantes, como los ojos de un gato asustado de muerte.
Siempre pensé que sólo pagaría por una
edición de mi novela La vida por los ojos, porque se presta para una edición
artesanal, pero ninguna editorial de ese estilo me ha respondido (La dïéresis,
por ejemplo). Pero no es sólo difícil contactar a esas editoriales, por
ejemplo, Sexto Piso, en su página en la Internet, sólo tiene enlaces para gente
en otros países (al parecer, los mexicanos somos muy enfadosos, o muy malos
escritores). Moho es como un búnker para los que estamos demasiado hundidos en el fango (hay que sobresalir lo suficiente para ser notados).
Lo que sea, estamos curados de espanto, y
tenemos la gracia de una piel de roca después de tantos rechazos. Claro, a
veces amanece uno con ganas de un premio literario, o una editorial que acepte
nuestro trabajo; la ilusión anda en las ferias del libro, en las bibliotecas de
otros países, en los lectores que escriben cartas, en las publicaciones que no
se esperan.
Ahora que recuerdo, hace algunos años quise convencer a una persona para que me ayudara con esos trámites de buscar editoriales... Viviana Beltrán. Ella se asustó ante la posibilidad de enredarse entre tanta basura, y prefirió ser mi amiga... Hizo bien, lo otro era una quimera.
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