martes, 18 de marzo de 2014

Variopinto.


Son demasiadas ideas.

Lo de la comida de corazones humanos, por parte de algunos narcotraficantes en México, me remite al mismo México, pre hispánico, pero con otras connotaciones y en contextos muy diferentes. Es más cercano al apocalipsis zombie que a los rituales asociados con la fertilidad, el maíz o la lluvia. La pobreza en la imaginación de esos hombres es descalabrante (palabra que naturalmente no existe), pero no deja de ser terrorífica.

El fin de los tiempos es el principio de los tiempos.

¿La historia de la crueldad es también la historia de la estupidez?

Casi todas las frases escritas tienen una fila de largos pensamientos. Quizá nadie entiende. Proyectos, abandonos, frustraciones, lecturas, obsesiones, miedo. Todo en una cabeza de tamaño normal.

También pienso en mis próximos 44 años, y en esas nuevas sensaciones de la madurez. Así debo de llamar al blog: sentimientos de madurez (je, me cago de risa).

Volviendo a los comedores compulsivos de corazones... Tampoco lo hacen por la energía del vencido, sino como parte de un burdo lenguaje, el del miedo. La imagen romántica del narcotraficante de buen corazón se diluye en charcos, qué digo charcos, en lagunillas de sangre, mocos, y orina. Es decir, probablemente la contradicción sea de origen: no hay bondad en la maldad, no hay inteligencia en la irracionalidad.

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